Relato erótico titulado:
"Amor de verano"

La historia de mi romance de vacaciones empieza cuando nos fuimos a Mar del Plata con amigas. Todas ellas son chicas, soy la única chica trans del grupo.
Empiezo por decir que me llamo Cande. Tengo 23 años y mido un poco menos de 1,70. Soy morocha, bonita y con una cola espectacular. Me gusta mucho ir al gimnasio, tomar sol y salir a bailar.
Venía esperando ese viaje con mis amigas hacía mucho tiempo y estaba muy dispuesta a disfrutarlo con ellas, tomándome un descanso de los hombres.
El tema empezó cuando llegamos a la casita que habíamos alquilado. Era un complejito de dos cabañas con una pileta compartida, cerca de Punta Mogotes. Vimos, apenas nos bajamos de los autos, que la otra casa la ocupaba un grupo de chicos un poco más grandes que nosotras.
Varias de mis amigas obviamente les echaron el ojo a varios pibes. Ellos, ni lentos ni perezosos, se acercaron y empezaron a charlar con nosotras desde el momento que llegamos. Eran cordobeses.
Uno me gustó especialmente. Le decían Fede. Era alto y morocho. Estaba en malla, por lo que pude ver desde el primer momento su cuerpo fibroso y musculoso. También, no me jode decirlo, un bulto seductor en la entrepierna. Usaba lentes de sol, barba bien cuidada y tenía algunos tatuajes, sobre todo una manga entera con motivos diferentes. Me gustó de entrada ese aire a chico malo y su voz bien gruesa.
Ellos eran nueve, nosotras ocho. Todo cuadraba perfecto. A pesar de que mis amigas estaban alborotadas como gatitas en celo me volví a autoimponer cordura. Atiendo hombres todo el año, por lo que seguí firme en mi intención de disfrutar mis vacaciones con amigas.
Esa tarde la pasamos en la pileta, tomando cervecitas y fernet con ellos, con musiquita y mucho sol. La verdad que la pasé muy bien. Eran chicos divertidos y mis amigas también lo han sido siempre. En todo momento noté la mirada de Fede encima de mí, a pesar de los lentes oscuros. Yo me hice un poco la linda, pasándole poca bola y aprovechando mis propios lentes de sol para pispearlo de vez en cuando.
Para la noche resultó que íbamos a boliches distintos. Ellos ya habían invitado a otro grupo de chicas para hacer previa, pero podíamos sumarnos también.
En un momento Chiara, una de mis amigas, se me acercó y me dijo.
“Me dijeron que Fede está re ahí con vos”.
“Sabe que soy trans?”, le pregunté. No quería sorpresas incómodas después.
“Si, si sabe”
“Igual, quiero disfrutar con ustedes boluda. Basta de hombres por un rato”
“Boluda, está buenísimo. Nos gusta a todas. Te aviso que si no queres avísame y me lo quedo yo”
Le dije que me lo dejara a mí. Quería tener abiertas mis opciones y empecé a pensar que un poco de diversión de ese tipo no tenía nada de malo.
En la previa el otro grupo de chicas eran unas caretas, todas rubias, súper insípidas. Se notaba que los chicos se divertían más con nosotros que con ellas. Pero algunos se las chamuyaron. Fede ni se les acercó. Toda la noche me anduvo rondando. Si no se sentaba cerca de mí, o directamente al lado, siempre estaba en los círculos con los que yo conversaba. En algunos momentos me cambiaba de lugar solo para perseguirme. Admito que un poco me dejé chamuyar por él. Tenía esa tonada y sentido del humor que tienen todos los cordobeses. Estaba un poco excitada.
Vestía una camisa con flores manga corta que le quedaba bien entallada y una bermuda también bastante ajustada. El bronceado le quedaba increíble. Me di cuenta, sin los lentes, que tenía ojos verdes. Era un infierno de rico.
Yo me había puesto un short de cuerina cortito (por abajo asomaba un poco mi cola), un top de encaje rojo que dejaba ver mi pancita y zapatos con plataforma.
En un momento apagaron las luces y se armó un mini bailongo. Se me acercó para hablarme cerca del oído y me puso una mano en la parte baja de la espada. Lo dejé darme unos besitos en el cuello pero cuando quiso partirme la boca se la corrí para que el beso cayera en mi mejilla. Entendió el juego, por la forma en que sonrió. Estábamos pegaditos y sentí su verga parada dentro de la bermuda. Yo también estaba algo excitada.
Después ellos se fueron al boliche y nosotras también. Me divertí mucho. Mis amigas hicieron estragos. Yo solo me chapé a uno. Era amigo de uno que le gustaba a una de las chicas y le hice el aguante. Cuando le dije que era trans me di cuenta que se excitaba mucho. Quizás siempre había tenido la curiosidad. Quiso que me volviera con él, pero no tenía ganas.
Al regresar del boliche los chicos estaban haciendo after con otras pibas. Algunas nos quedamos y otras se fueron a dormir. Marcos, apenas me vio, dejó a la chica con la que estaba hablando y se vino a sentar conmigo. Charlamos y tomamos un rato más. Dos de mis amigas se bajaron a dos de ellos. Una se quedó a dormir en esa cabaña.
Cuando me dio sueño me acompañó hasta la puerta de la otra casa y le comí la boca. Me apretó con su cuerpo contra la pared y me amasó la cola con las manos. Él quería ir adentro. Le dije que no, todas mis amigas dormían.
El día siguiente todos nos despertamos pasadas las tres de la tarde. Comimos algo y empezamos de nuevo con las cervezas. Se armó una linda pool party. En un momento yo bailaba bien sexy adentro de la pileta, bien pegadita a dos de mis amigas. Nos tocábamos todas e incluso nos dábamos besitos y lamidas en el cuello. Era todo muy erótico. Entonces sentí que Marcos se me pegaba atrás.
Ya estaba un poco borracha y empecé a bailarle sexy y a frotarme contra él. Había otras parejitas bailando también y me excitó la fantasía de que termináramos en una jodita todos contra todos. Marcos me llevó hasta el borde de la pileta y me besó. Yo me escapé de sus brazos y me di vuelta. Empecé a bailarle bien porno, meneándole la cola contra su bulto y levantando los brazos para que viera toda mi espalda desnudita y la bikini bien metida dentro de la cola. Ya no me importaba que nos vieran ni lo que pensara nadie.
“Espera un poco porque sino te violo acá, delante de todos”, me dijo al oído, en un momento.
Ahí me reí y me recaté un poco. Me senté apoyada sobre él y charlamos un rato así, con su mano en mi cintura y su pecho contra mi espalda. Yo tuve que esperar un poco a salir del agua porque en la bikini se notaba un poco mi erección.
A la noche comimos un asado con ellos y empezamos de nuevo con la previa. Marcos me agarraba abiertamente de la mano, me agarraba de la cintura y nos besábamos todo el tiempo. Yo usaba un vestido rojo pasión bien ceñido y bien corto y tacos, con el pelo en una cola alta. Él una remera de cuello ancho y jeans chupines. Hacíamos una pareja muy sensual. Yo era suya y él era mío, ahora lo sabían todos.
“No vayamos al boliche”, me suplicó, en un momento de excitación.
“Gordi, vine de vacaciones con mis amigas. Quiero disfrutar con ellas”, le respondí.
“No puedo aguantar más, te juro. Necesito cogerte ya”
Lo agarré de la mano y lo llevé hasta un rincón oscuro, afuera de la otra cabaña. Lo apoyé contra la pared y me puse de rodillas. Le abrí el cierre del pantalón y saqué su verga. Estaba muy parada y un poco húmeda, por todo el tiempo que llevaba excitado, expulsado líquido pre seminal. Le empecé a dar una mamada increíble. Estaba súper excitada, por lo que me comí esa verga con hambre real. Él se retorcía contra la pared y me agarraba la colita del pelo detrás de la cabeza. Sus gemidos me ponían como loca.
“Amor, te la quiero meter”, me dijo en un momento.
Era lo que estaba esperando. Ya no me importaba nada. Me paré y me levanté un poco el vestido, dejando mi cola descubierta. Me apoyé con las manos contra la pared para que me penetrara por atrás. Se me apoyó atrás y me dio una nalgada que sonó deliciosa.
“Sh. No hagas ruido”, le dije
“Es que no puedo creer lo que es tu cola amor”
Me corrió la tanga con la mano y me penetró de una. Su verga estaba tan lubricada por mi saliva que entró en forma deliciosa. Ninguno de los dos estaba en condiciones de pensar en un preservativo.
Se empezó a mover de una forma que hizo que me temblaran las piernas. Una de sus manos estaba en mi cintura y la otra en mis tetas. Era una fantasía perfecta. Los dos sexies, hermosos y calientes garchando a escondidas de los demás. Me tapé la boca para no gemir demasiado fuerte. Él estaba tan caliente que duró poco. A los cinco o diez minutos sentí el chorro de su semen dentro de mí. A mí me faltó muy poquito para acabar, pero de todas formas lo disfruté muchísimo.
Después de acomodarnos un poco volvimos a la previa. En un momento tuve que ir al baño porque sentía su semen mojando la tanguita, a punto de chorrear por mis piernas. Después nos fuimos al boliche. En el taxi nos pusimos de acuerdo en que cada uno hiciera la suya. Pero cuando lo vi bailando con otra chica me puse celosa y lo traje conmigo de nuevo. Él sonrió. Seguramente era parte de su plan.
Bailamos tan pegaditos que nos volvimos a calentar y nos volvimos antes que el resto, para poder tener la casa solos.
Me garchó en una de las camas matrimoniales. Primero me acosté boca abajo y me la metió desde arriba. Después lo cabalgué un rato de frente. Terminamos conmigo en cuatro y él dándome por atrás. Cuando acabó me preguntó si yo había acabado. Le dije que no y me preguntó si me la podía chupar.
“Nunca he chupado una pija”, me dijo, “pero quiero probar la tuya”. Yo encantada.
Empezó a chupármela. Era un poco torpe, por ser la primera vez. Pero yo disfruté como loca. Mientras lo miraba le iba diciendo qué hacer. Me calentaba mucho ver que seguía mis indicaciones, todos los truquitos de nenita puta que tengo para chupar verga.
Al final acabé pajeándome yo. Dijo que todavía no se animaba a tragar.
El resto de las vacaciones fuimos prácticamente novios. A mi ya no me importaba mi intención inicial de disfrutar con mis amigas. Solo quería tenerlo a él. Perdí la cuenta de todas las veces que cogimos. De día de noche, de madrugada. Durante las previas, post boliche, mañaneros. Incluso en la pileta en un momento de soledad. Todas las posiciones y todas las cosas ricas que existen las hicimos. Le enseñé a chuparme bien la pija y a hacer un beso negro. Probamos una vez un 69. Nunca se animó a ser pasivo pero no me importó. Me cogía tan rico que acababa de todas formas.
Solo me cogí a otro flaco una noche que íbamos a boliches diferentes. Me llevó hasta su auto y me cogió por atrás contra el capot. No sé con cuántas habrá estado él.
Una noche que mis amigas no salían me llevó a cenar, resignando una salida con sus amigos. Me puse hermosa. Me puse un enterito de encaje, para usarlo a modo de remera, y unas calzas negras metalizadas bien ajustadas, con tacos aguja. Él se puso una de esas camisas que le quedaban tan bien y un pantalón beige ceñido.
Fuimos a un bar. Comimos y tomamos algo. Estábamos bien pegaditos y él paseaba su mano por mi pierna en una forma deliciosa. Me dejé besar y que me chupara el cuello un par de veces en el bar oscuro. Me sentí su novia, su mujer, y eso me encantó.
Para no hacerla larguísima, cuando él y sus amigos se estaban por volver fuimos a un telo y nos dimos una maratón de sexo gloriosa. Fue una tranquilidad coger sin estar a las apuradas o a escondidas de los demás. Ni sé cuantas veces acabó cada uno, pero sé que no pude dejar de besarlo o acariciarlo ni por un momento.
De vez en cuando chateamos o hacemos videollamada. Ahora tiene novia, pero en un viaje que hizo a Buenos Aires pasó por casa y revivimos los viejos tiempos. Es un macho increíble, de los mejores que he tenido.