Relato erótico titulado:
"Debut sorpresivo"

Aquella noche no esperaba un final así, pero debo confesar que lo disfruté. Me considero heterosexual, me gustan las chicas y también las chicas trans. Siempre ha sido así, y siempre me comporté como activo con ellas, más allá de algún toqueteo o paja durante una sesión sexual.
No lo cuento porque reniegue de ello, simplemente así eran las cosas hasta aquella noche en la que algo pasó y que aún no puedo explicar desde la razón, supongo que me llevó la situación y, hay que decirlo, su actitud avasallante.
Tras ir a bailar, decidí que la noche no había terminado para mí y me dirigí a un after que quedaba por el barrio del Abasto en Buenos Aires. Ya había ido un par de veces y la había pasado bien.
En esta ocasión, llegué tipo 7am y ya había algunas personas, pero pocas, generalmente se empieza a llenar una hora después. El tema es que allí estaba, tomando una cerveza solo, cuando las veo entrar. Eran dos chicas trans, una rubia alta, de vestido cortito floreado que dejaba ver unas piernas tremendas. La otra, no tan alta, no llamaba mucho la atención y no estaba vestida como alguien que va a bailar o de joda, tenía puesto un jean común y un buzo suelto.
A pesar de que primero me llamó la atención la rubia, rápidamente mis ojos se fueron con la otra. Algo tenía al caminar que la hacía atractiva. La describo: pelo castaño carré, una cara linda, con poco maquillaje, de ojos oscuros que miraban fijo, se notaba que no era una pendeja, seguro pasaba los 30 años, mientras yo tenía 23. El jean marcaba unas piernas y un culo respetables, y a pesar del buzo se notaba que tenía buenas tetas.
Yo estaba sentado contra una pared y ellas, las dos, se fueron directo a la barra y luego de comprar algo subieron. Para describir brevemente el lugar les cuento que tiene una pista principal en la plata baja, no muy grande, con varios escalones y relieves y mesas disperas, es más bien un bar boliche. Arriba hay una especie de semipiso como si fuese un balcón con vista a la pista de abajo, con un escalón contra la pared a modo de asiento a todo lo largo. En uno de los extremos del entrepiso había una especie de reservado que apenas tenía unas cortinas que lo cubrían. De afuera se podía ver más o menos lo que pasaba dentro, más allá de que no había luces.
Luego un de par de minutos decido seguirlas así que me dirijo hacia arriba, donde estaban ellas dos y un flaco que estaba hablando con la rubia, chamuyando seguro. Veo la situación e inmediatamente pongo los ojos en la otra, que me devolvió la mirada de una manera que jamás había sentido. Me devoró con los ojos, la mirada penetró en mi cabeza y no sabía cómo responder. Me hace un breve gesto para que me acerque, lo hago y, antes de decir nada, me agarra de la nuca y me da un beso fuerte, dominante, que me hizo temblar un poco, sorprendido.
Inmediatamente después me agarra del brazo y me lleva al reservado, allí me vuelve a meter un beso tremendo y, antes de que pueda reaccionar, me estaba metiendo una mano en el culo con firmeza, por dentro del pantalón. Su dedo mayor buscó y perforó mi ano sin que yo pudiera hacer nada. Estaba asombrado por la situación y no reaccionaba, pero la verdad es que me encantaba. Ella notó mi sorpresa, pero se dio cuenta de que la estaba dejando hacer, que me gustaba lo que estaba pasando. Yo no sabía a dónde me iba a llevar la situación, pero me dejé llevar, estaba entregado.
Ella dejó de besarme y, mientras me apretaba fuerte una de las nalgas, me dijo: Te quiero coger pendejo. No pude responderle, entonces ella me dijo Vamos a mi casa. No fue una sugerencia, o una propuesta, ella me iba a llevar a su casa y me ib a coger. Para dejar en claro la situación, agarró mi mano y la puso sobre su verga, bien dura y que se notaba de un tamaño respetable a pesar del jean que tenía.
Dale, le contesté. Vamos nene. Ah, me llamo Daniela, dijo, mientras me volvía a agarrar de la mano. Me pregunté en ese momento si me iba a arrastrar de la mano hasta su casa. Su actitud era dominante, pero nunca violenta, o masculina. Mantenía su femineidad a pesar de su firmeza.
Afuera del reservado, la rubia ya no hablaba con el otro flaco. Mi nueva amiga fue a hablarle y cuando volvió me dijo Nos la llevamos a ella también. Golazo, me dije. Fuimos en mi auto, la rubia atrás y Daniela sentada al lado mío, adelante. En el auto me tocó la pija por primera vez, me la agarraba fuerte, me decía cosas tipo Estás caliente papi?. La rubia atrás se reía y cada tanto me manoteaba la pija también. Yo ya me veía en tremenda fiesta, pero no, falsa alarma. A la rubia la dejamos en el camino, en su casa supongo. Apenas la blonda bajó, Daniela me dijo: Nene, hoy no comparto, sos mío. Yo no me quejé.
Llegamos a su departamento, en Belgrano creo. En el ascensor, me volvió a comer la boca y otra vez me metío su mano el en culo, por dentro del pantalón. Se notaba que estaba muy caliente, me quería coger ahí mismo. Yo ya no necesitaba que me guíe, sabía cuál era mi papel esa noche así que fui directo a agarrarle la pija por sobre el jean. Pero Daniela estaba un paso adelanta¿e y, no sé cómo hizo, en un segundo tenía su pija al aire. Me empujó la cabeza hacia abajo y de repente estaba chupando una pija hermosa, depilada, de unos 20cm. Primera vez que chupaba una pija y me estaba gustando.
Llegamos a su piso -vivía en el último- y bajamos del ascensor, los dos con los pantalones por las rodillas, por distintas razones. Entramos a su casa y no llegamos a pasar la puerta. Cerró, me puso contra la pared, de espaldas a ella, y me empezó a chupar el culo con fiereza, me estaba violando con la lengua, mientras con una mano me pajeaba. Yo estaba al palo total, y tengo una buena pija, cabezona y muy ancha, 19x8, y estaba en su máximo tamaño.
Ella se paró, me apoyó la pija en el culo y empezó a penetrarme despacio pero firme. Me dolió, no lo voy a negar. No era insoportable pero sí fuerte. Ella me agarraba firmemente mientras me la iba metiendo y me decía Sos virgen pendejo? Me vuelvo loca. Y realmente se volvió loca. De placer al menos. Cuando me metió toda la pija, o al menos ello sentía yo, me empezó a coger, metiendo y sascando con ritmo pero con ternura, hasta que notó que fui aflojando y ahí empezó una cogida más frenética, mientras con una mano me pajeaba y la otra me agarraba los pezones. El dolor dejaba paso al placer, yo estaba en el cielo.
Tanto que le dije Voy a acabar. Ella aceleró la cogida, giró mi cabeza y me comió la boca. A los 10 segundos yo empecé a acabar contra la pared y ella adentro mío mientras me decía Te gusta cómo te cojo nene?. Fue todo rápido, fugaz, los dos estábamos calentísimos.
Luego de unos segundos, me llevó de la mano a su cama. Nos desvestimos y me hizo limpiarle la pija con la boca. Ella después hizo lo propio la mía y nos acostamos, nos abrazamos y nos empezamos a besar.
Así nos quedamos unos minutos y yo me estaba por quedar dormido pero ella de repente tomó temperatura nuevamente, quizás por los besos, por el contacto entre los cuerpos, no lo sé, pero noté cómo su pija volvía a crecer, lo notaba contra mi pija primero y luego mi panza. Ella me hizo girar suavemente y, en posición cucharita, de a poco me empezó a apoyar. Cuando logró meterla, me empezó a coger de nuevo. Me volvés loco pendejo me decía al oído, y volvió a acabarme adentro en dos minutos, realmente estaba muy caliente. Así nos quedamos, en esa posición, dormidos los dos.
Después de esa noche volví a ver a Daniela un par de veces, todas en su casa y en todas terminaba cogido en distintas posiciones y locaciones del departamento. Después ella se fue a Italia y no la volví a ver.