Relato erótico titulado:
"El chico del salón IV"

Habían pasado varias semanas desde la primera vez en que me había vestido con prendas femeninas lo cual se fue convirtiendo en una experiencia que cada vez deseaba mas y mas, ya que la excitación que sentía iba en aumento puesto que hacía acrecentar mi libido de una manera incontrolable. Era realmente indescriptible el placer que sentía mientras me maquillaba el rostro y cuando me pintaba los labios por lo que trataba de no apurar la llegada del clímax de mi masturbación. De este modo trataba de auto controlarme para sentirme y vestirme como mujer sin interrumpir de una forma abrupta toda esta experiencia erótica que es ponerse las medias de nylon con toda paciencia mientras te observas y te excitas frente al espejo. Me descontrolaba sobremanera mientras me contemplaba en el espejo viéndome mis deliciosos pies enfundados en la suave seda del nylon de color negro o de color piel y que moldeaban mis piernas hasta los muslos, salvo cuando me ponía pantimedias y que me llegaban hasta la cintura. Es que mis pies, aunque parezca vanidoso, son bellos y ricos porque son pequeños y muy femeninos ya que tengo los deditos redondeados y carnosos por lo que me es muy fácil colocarme las medias y los tacos mujer. Por esta razón hubieron veces que llegaba al clímax muy rápidamente ya que me excitaba sobremanera cuando los veía frente al espejo mostrando la línea de la puntera del nylon del dedito gordo al dedo pequeño y más aun cuando algunas medias de mi hermana tenían encaje en la parte superior, taloneras y una línea de costura que recorría la parte trasera de la pierna. Esta adoración por mi pies abrigados por la seda de las medias y sujetadas por un liguero tuvo quizás su origen cuando de chico tuve un amiguito que era mi vecino y con el que compartíamos un juego erótico que consistía en que nos metíamos a la cama sin que nadie nos viera; nos sacábamos las medias y uno se acostaba a la cabecera y el otro a los pies de la cama y luego disfrutábamos besándonos y lamiéndonos deliciosamente los pies mutuamente. Compartí con mi amiguito este juego secreto varias veces y a ambos nos encantaba aunque no llegamos a cosas mayores ya que todo quedo solo en un juego que nunca me imaginé que alguna vez se repetiría. Fue así que me quedó el gusto y la excitación de verme en medias, ligueros o pantimedias como también la singular excitación de que labios suaves y carnosos me besen con pasión y excitación los píes y las piernas cuando me veía vestida como una hermosa mujer. Mi vecinito de jugueteos inocentes se mudo y no supe más de él hasta que un día el destino nos sorprendió como usualmente suele ocurrir cuando lo sensual y el erotismo arde dentro de ti.