Relato erótico titulado:
"Por quedarme encajado l"

Me llamo Marcelo. Tengo 19 años y soy crossdresser de closet. Me encanta salir a dar vueltas con el auto manejando vestido de mina y con tacos. Obviamente por lugares apartados.
Una tarde estaba solo en la quinta de las afueras y decidí salir como a mi me gusta. Me vestí con una tanguita negra, medias de nylon negras con ligas, una remerita negra y una minifalda tableada color gris. Me puse unos zapatos negros de punta fina y tacos altos aguja, y completé mi atavío con una campera de jean. Me sentía re minita y me dirigí a buscar el coche.
El recorrido hasta la cochera sobre esos tacos aguja me causaba un placer indescriptible. Una vez dentro del vehículo, lo puse en marcha y salí por los caminos de la zona Era sumamente excitante manejar así vestido. Yo me miraba las piernas enfundadas en nylon, la mini subida por el movimiento de las piernas, y mis pies moviendo los pedales con esos tacos divinos, y me sentía en el cielo.

Después de dar algunas vueltas, tomé por una calle de pasto que pasaba entre las casas de fin de semana.. No me di cuenta que bajo el pasto había bastante barro y antes de llegar a una de las esquinas, me encajé. Traté de salir acelerando, pero las ruedas patinaban y cada vez me encajaba más. Cuando bajé para ver, me quise morir. Las ruedas estaban bastante hundidas, y para colmo se me hundían los tacos y se me salían los zapatos de mujer.
No sabía que hacer. Y para empeorar la situación, un tipo que estaba podando un árbol estaba mirando hacia mí y comenzó a caminar en mi dirección. Tenía que irme de alguna forma. Volví al volante de mi auto y comencé a acelerar con desesperación y al borde de las lágrimas. Pero no había caso, Hundía mi taco alto en el pedal, pero las ruedas patinaban y yo seguía encajado. Cuando levanto la vista el tipo ya estaba a mi lado.
Era un hombre de alrededor de 60 años, canoso y bastante corpulento. Me preguntó si quería ayuda, y yo balbuceante le respondí que sí. Yo no estaba con maquillaje, por lo que se notaba que era un chico vestido de mujer. Estaba temblando de miedo. El señor me dijo queme tranquilizara, que él estaba solo y era el jardinero de esa casa. Que no me vería nadie.
Fue a buscar una pala y unas maderas y después de colocarlas bajo las ruedas, me dijo que le diera en reversa despacio mientras el empujaba de adelante. En el primer intento pude salir. Yo le agradecí y él me dijo que pasara a limpiarme los zapatos y me convidaría con algo de beber. Que no me fuera tan rápido.
Yo me imaginaba lo que vendría, pero con mi físico, así vestido y estando solo, no tenía muchas opciones.
Cuando entramos me hizo sentar en un sillón, me pidió los tacos y con una franela húmeda me los limpió el mismo. Los dejó en el suelo, al lado mío, y fue a servir café. Cuando se acercó con dos pocillos me dijo -Ponete los zapatos y camina hasta el otro lado del living. Quiero ver como te movés en esos taquitos-. Yo así lo hice y cuando regresé al sillón se sentó a mi lado y comenzó a tocarme las piernas. Intenté apartarle las manos, pero no pude.
-Tenés lindas piernas y buen culo-, me dijo mientras con una mano me acariciaba el culito. Yolo dejaba hacer. Un poco por temor y otro poco porque me estaba gustando. Entonces se bajó el pantalón y llevó mi mano a su pija. Yo ya estaba bastante caliente y se la acariciaba y comencé a pajearlo lentamente. De pronto me agarró del pelo y llevó mi boca a su pija, que en ese momento estaba bien dura. Quise comenzar a chupársela, pero me tenía tomado de los pelos y prácticamente me cogió la boca. Después de varias sacudidas, me acabó dentro de la boca. Casi me ahoga en leche.
Después que me limpié me dijo que me fuera, pero que volviera cuando quisiera. Que íbamos a ser buenos amigos.
Con las piernas temblorosas fui hasta el auto y me marché. Por supuesto que volví, pero eso lo cuento en la parte ll.