Relato erótico acerca de travestis, fantasias de transexuales y chicas trans enviado por anónimo
Leyendo los relatos de esta sección, no puedo dejar de escribir sobre mi relación, tan especial, con Alejita.
Alejita, aunque no mide más que un metro con 50 centímetros, es una tremenda hembra con todas las letras.
La conocí cuando ella tenía 36 años y me la mandó la dueña de una agencia de putas a la que yo recurría dos o tres veces por semana para que me enviara putitas complacientes.
Apenas la vi, supe, por ese instinto que desarrollamos los que hemos conocido y nos hemos cogido muchas putas, que Alejita iba a ser especial para mí, y no me equivoqué.
La describo tal como la vi esa tarde cuando me esperaba en la vereda.
No muy alta, mide 1 metro con 50, unos 60 kilos, pelo ruludito color cobrizo que le llegaba a los hombros, piel marrón (no morena ni negra: marrón, un color muy especial que no le he visto a ninguna otra), y sobre todo lo que más me atrajo de ella era su cuerpo macizo y carnudo sin ser gorda, que se mostraba entre el apretado jean y la corta remera que dejaba ver sus caderotas firmes y anchas y su protuberante vientre duro.
Me bastó verla un instante para que me excitara y deseé cogérmela inmediatamente, la imaginé desnuda mostrando ese cuerpo duro y que seguramente era cuerpo de Mamita. Las Mamitas me producen una excitación especial, y varias veces me había cogido a embarazadas con tremendas panzas, me fascinan las panzudas! Alejita no estaba preñada (uso siempre la palabra “preñada” porque me suena más lasciva y sexual, más de hembra animal que “embarazada”, que es de una mujer común). Una hembra bien preñada, con la panza dura y tremenda como un globo, es lo más que puedo desear para encamarme con ella, y en ese instante se me cruzó por la mente que desearía cogérmela a Alejita hasta hacerle un preñe... pero de eso hablo más adelante.
Sus tetas eran pequeñas, y al caminar, Alejita se veía orgullosa de su físico, con la cabeza alta y la espalda derecha y firme, una pechuga potente pero no tetuda, en resumen una mina hermosa sin ser bonita, pero sumamente provocadora, hasta a pesar suyo, como me contó cuando la hice mi amante.
En seguida oí su voz: cantarina, naturalmente seductora, y vi su cara sonriente, como dispuesta a entregárseme sin limitaciones. Me dijo: “Cómo estás? Soy Alejandra!”. Excitado como nunca con la perspectiva de tenerla debajo mío, la agarré de la mano y un instante después la metí en un taxi rumbo al hotel más cercano, mientras ella me preguntaba: “Por cuánto tiempo vamos? Así le aviso a la señora!” (la proveedora de putas).
“Vemos, cuánto podés quedarte?”, le pregunté yo, y Alejita, sonriendo, me contestó: “Lo que vos quieras, no tengo drama!”
Ya estaba todo arreglado. En el corto recorrido hasta el hotel, le dije: “Alejandra... yo te voy a llamar Alejita, te gusta?”, y ella dijo: “Me gusta, sí!”, a lo que le contesté: “Entonces sos Alejita, mi especial”!”, y así quedó rebautizada para siempre: mi Alejita.
Ya en el hotel, pedí un cuarto especial por tres horas y unos whiskys y café para mi nueva puta, y entramos a la habitación. Prendí todas las luces y Alejita miró la habitación y dijo: “Está linda!” y empezó a desnudarse sin pudor. Le dije: “Quiero verte toda en bolas, Alejita, con todas las luces!”, y mi Alejita contestó: “Para mí con luz está bien! Te gusta verme toda desnuda, no?”
“Sí, sos una tremenda hembra, quiero verte toda en bolas!”
Alejita se rió, halagada por mis palabras, esa hermosa puta no tenía vergüenza en mostrarse ni en nada! Me la iba a coger como a una animalita!
Y Alejita, mirándome sonriente para ver mi cara de lujuria, se sacó el jean y le vi las caderotas duras, anchas y cabedoras de mamita, marrones, apenas encerradas en una tangotita diminuta, y un vientre bultudo con un tremendo ombligote hundido en sus carnes. Tenía un lomo de mamita, con ese vientrote carnudo, que me hizo desear hacerle los aplastazos que tanto me excitan. El aplastazo a Alejita fue descomunal, luego describo qué es, para los que no lo han probado nunca.
“Parece que te gusto!”, dijo Alejita, y se sacó la remerita, dejando a la vista sus pequeñas tetitas puntudas. Parecían tetitas de adolescente, a pesar de los preñes que seguramente había tenido. Yo estaba con la pija tremendamente al palo y me había sacado toda la ropa mirándola. “Te vas a acabar si seguís mirándome así!”, dijo Alejita riéndose al ver mi pija al palo. “Tenés una pija tremenda, nene!”, agregó. Esa hermosa puta no tenía vergüenza de nada!
“No, Alejita, no es tan grande, pero tengo más leche que un caballo para darte!”, le contesté, y ella, con sus ojos clavados en los míos, se sacó finalmente el corpiño y sacudió levemente sus tetitas marrones, pezonudas y paradas como de pendeja. Debe haber sido DIVINA cuando era pendeja y se la cojieron por primera vez!
Después se bajó la diminuta tanga y quedó finalmente hermosamente toda desnuda para mí. La concha tenía apenas un triangulito de pelos, color cobre como todo el hermoso pelo ruludo de mi nueva puta.
“Bueno... “, dijo Alejita luciéndose orgullosa y mirándome, como esperando que le dijera lo que quería de ella.
“Parate en bolas en la cama, Alejita, quiero verte toda desnuda, tenés un cuerpote hermoso! Sos Mamita, no?”, le pregunté, y ella me dijo, orgullosa y al mismo tiempo un poco vergonzosa: “Sí, soy mamita de tres pendejitas! Te gusto como soy?”
“Sí, me encantás! Tenés un cuerpazo divino, sobre todo me encantan tus caderotas y tu pancita bultuda y carnuda de mamita!”, le dije, con la pija que se me reventaba de ganas de cojérmela. “Y seguro que estabas panzuda como un globo cuando estabas de preñe, no?”, la respuesta de Alejita fue la que yo deseaba: “Muy panzuda, con mi primera pendejita aumenté 18 kilos, y con las otras estuve cada vez más panzuda, mi segunda pendejita más chica me costó 23 kilos, y con la tercera llegué a pesar 27 kilos más, yo era una pelota humana, casi no podía caminar! Los últimos tres meses por poco tenía que llevar mi panzota en un carrito! Era una panzota con una mina detrás!”, y al decirme eso, Alejita se rió, me encantaba su sonrisa y su risa de mina provocadora.
“Y cuántos años tienen tus pendejitas?”
“La mayor tiene 16, las otras 14 y un añito, por qué?”, preguntó Alejita.
“Y... porque me encanta que hayas estado preñada varias veces! Sos una Mamita divina, Alejita!”
Alejita susurró “Gracias!”, se puso colorada por el piropazo tan reputo, pero le gustaron mis palabras, creo que eso ayudó a que se sintiera bien conmigo y que luego se me entregara sin límites a todo lo que le fui haciendo en las muchas tardes que la llevaba al mismo hotel, donde le fui enseñando a dejarse hacer todo lo que yo le pedía.
Esa primera tarde se acostó boca arriba y me le dediqué a mamarle esas pequeñas y preciosas tetitas, haciéndola gemir suavemente mientras se le ponían duras como nueces. La di vuelta y le pasé mi lengua con saliva por toda la espalda, desde el cuello hasta la raja del culo, cerradito y rosado. Volví a subir ensalivándola por atrás mientras Alejita se movía despacito y ronroneando como una gata en celo: estaba gozando mis lenguetazos! Pasé a su cuello y luego a sus orejitas, sorbiéndoselas. Eso la puso más excitada, se agarró de la almohada como para entregárseme más, luego la puse de nuevo boca arriba y busqué su boca, que Alejita me abrió y le metí profundamente mi lengua hasta el paladar y ella no me negó su boca. Muchas putas no dan besos y menos de lengua, pero Alejita, cuando le pedí: “Dame tu lengua, Alejita!”, la sacó y me la dio a comer, una lengua carnosa y larga que ella me movió como una vibora. Empecé a darle mi saliva y a morderle la lengua, y ella me siguió el juego. La tenía debajo mío, mirándola a los ojos, mordiéndole esa lenguota hermosa, me encantaba cómo se me entregaba, bien puta, y la tomé de la cabeza y le hundí mi lengua a fondo, con evidente respuesta complaciente de ella. Estaba hermosa así, poseída por la boca, y le pedí: “Dame tu saliva, Alejita, dame besos salivudos!”, y ella me dio un sorbo espumudo de su jugo bucal, y entendiendo lo que me gustaba, juntó salivota y me la escupió en mi boca, lo que terminó de ponerme loco con mi nueva puta.
La sentía debajo mío con su cuerpote duro moviéndose lentamente, y pensé que era el momento de cojérmela. Me separé de su cuerpo y enfilé mi pija hacia su concha carnuda dispuesto a clavarla hasta el fondo de sus entrañas, pero Alejita me empujó con ambas manos diciéndome: “Con forro, papito, porque estoy fértil y me vas a preñar si me cojés a pija pelada!”.
“Pero yo quiero meterte mi pija pelada, Alejita!”, le dije, pero no tuve más remedio que ponerme un forro, Alejita lo abrió y se lo metió en la boca y me lo puso sorbiéndome la pija hasta que mi pija con el forro estuvo casi toda adentro de sus fauces. “Ahora sí, cojeme!”, dijo, y se abrió de muslos preparándose a la clavada.
Me monté sobre su hermoso y duro cuerpote y le fui enterrando mi pija mientras ella se me agarraba de la cintura moviéndose lentamente para hacerse penetrar más. Volví a apoderarme de su boca y de su lengua con saliva y le pedí: “Alejita, dame tu salivota con espuma! Escupime tu salivota!”, y ella me obedeció, y empezó a meterme su lengua en mi boca y a escupirme su espesa saliva haciéndome “chufff” a cada salivotazo, empapándome con sus burbujas. Eso me puso espantosamente caliente y me despertó toda la lascivia que había imaginado desde el primer momento en que la vi. Mi nueva puta era una animalita para coger!
Esa tarde me la cojí a lo animal. La primera vez me puse sus patitas en mis hombros y le enterré pija sin piedad, sacudiéndola contra la cama, casi hundiéndola en el colchón, y Alejita empezó a emitir grititos roncos mirándome con una tremenda cara de puta y pidiéndome con los ojos. “MÁS, MÁS!”
Le clavé mi pija a fondo, mis 23 centímetros de dura pija le llegaron hasta el fondo, Alejita parecía no tener fondo por cómo se la alojó toda, mis huevos explotaban contra sus nalgas y Alejita, atravesada hasta en sus entrañas, entre sacudida y sacudida, susurró: “Es- tre-men-da-tu-pi-ja!”, pero me la aguantaba bien, y la amasijé con furia, haciéndola sonar a cada embestida. hasta que me le acabé a chorros bien adentro de ese vientre carnoso por fuera y caliente y cabedor por dentro. Alejita sudaba debajo mío, la chupé así salada, hermosamente puta, y en instantes la sentí estremecerse acabándose ella también, llena de mi pija. Se le dieron vuelta los ojos y con la boca abierta, jadeando como una yegua montada, Alejita me regaló su primera acabada en nuestra primera tarde de amantes.
“Diosa!”, le grité a Alejita, “Alejita, TE AMOOOO!”, llenándola de mi pijota, y en ese momento me enamoré de Alejita, y le grité: “Te amo, mi Puta Hermosaaa!”, y quedó bautizada como mi Puta Hermosa.
Le gustó mi piropo tan perverso, y Alejita, todavía sacudiéndose cojida, alcanzó a susurrarme: “Y vos qué sos mío? Si yo soy tu Puta Hermosa, yo te voy a llamar mi Putasote, sos tremendamente putaso y me encanta! Te gusta que te diga mi Putasote?”
“Me encanta!”, le dije, y así, esa primera tarde que me la cojí a Alejita, ella pasó a ser mi Puta Hermosa y yo, su Putasote.
Me la cojí seis veces esa tarde y seguí hasta que se hizo de noche, Alejita estaba chorreada y salada de sudor, empastada de jugo de concha y de mis lechotazos, y a cada ensartada se retorcía más, hermosamente puta. Adoré su conchota bultuda por fuera y profunda por dentro.
Lo que iba a ser una hora se convirtió en varias, creo que era ya la medianoche cuando sus hijitas la llamaron, reclamándola, pero ella les contestó: “No jodan, nenas, mamita está ocupada! Más tarde voy!”
Entonces le dije: “Me van a gustar tus hijitas, quiero verlas, se parecen a vos? Deben ser divinas! Quiero por lo menos ver fotos de ellas!”, le dije.
“Bueno, mañana si me traés de nuevo al hotel y me cojés como hoy, te las muestro!”
Y quedamos así. Seguí cojiéndome a Alejita hasta que la madrugada, en que mi Puta Hermosa quedó destruida y chorreando mis acabadas.
Cuando Alejita se vestía para irse, de pronto me dijo: “Y qué pasaría si me preñás, Putasote? Yo no quiero preñe, porque cada vez que me preñaron, estaba más tremendamente pansotuda, con mi última pendejita aumenté más, casi tenía que llevar mi pansota en un carrito por delante... y con la pijota lechotuda que tenés, sos capaz de preñarme hasta dejarme hecha un globo!“
“Eso dejámelo a mí, Puta Hermosa, si te preño vas a estar orgullosa de la panza que ta haría!”, le contesté, y Alejita no dijo más.
“Mañana seguimos, mi diosa puta!”, le dije, y ella, casi arrastrándose, fue a buscar un taxi. “A ver cómo consigo llegar a mi casa sin desmayarme, Putasote! Me cojiste a lo animalota, no doy más!”, se despidió Alejita dándome un último chupón salivudo antes de subirse al taxi.
“Te espero mañana acá a la misma hora, mi Puta Hermosa!”, fue mi despedida, y ella me tiró un beso y me mostró su lengua desde la ventanilla del taxi.
Desde esa tarde, me la sigo cojiendo a Alejita varias tardes cada semana, y han pasado muchas cosas más...
Pero eso lo contaré en una nueva entrega.
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